Un hombre vuelve de un viaje de negocios, un día más temprano de lo previsto. Es tarde y coge un taxi. Cuando está llegando a su casa, le pregunta al chófer si quiere ser testigo de lo que va a encontrar, ya que piensa que su mujer lo engaña y que en ese momento está con su amante. El taxista acepta ser testigo, a cambio de 100 €uros.
Entran sin hacer ruido, abren silenciosamente la puerta del dormitorio, el marido enciende la luz y quita de un tirón las sábanas de la cama. Y tal como imaginaba descubre a ambos, mujer y amante en ella. Fuera de sí, saca su pistola y coloca el cañón en la sien del amante, pero la mujer grita:
¡No, no dispares, no dispares, por favor! Te mentí. Nunca recibí una herencia de mi tía. Fue él quien pagó el Ferrari que te regalé, nuestro yate, también nuestra casa en el lago, nuestras vacaciones y el colegio de los niños. Hasta paga nuestras compras en Carrefour.
El marido, fuertemente impactado por esa revelación, baja la pistola, se vuelve hacia el taxista y le pregunta, Y usted en mi lugar, ¿qué haría?
Yo, volvería a taparlo..., ¡no sea que se resfríe!
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