20 de septiembre de 2018

La Memoria de los Elefantes (Historia verídica)


En 1986 Peter Davies vacacionaba por Kenya tras graduarse de Northwestern University.  En una caminata a través de la sabana, se encontró con un joven elefante macho que estaba parado con una pata alzada en el aire.

El elefante parecía molesto así que Peter se acercó sigilosamente. Se hincó, analizó la pata del animal y encontró una enorme astilla de madera incrustada. Peter sacó su navaja y con todo el cuidado del mundo, retiro poco a poco el enorme trozo de madera y al terminar, posó la pata del elefante sobre el suelo.

El elefante volteó para encarar a aquel hombre, y con una mirada un  tanto curiosa lo miró fijamente durante algunos, muy tensos, minutos.  Peter estaba helado, pensando solamente en el fatal destino que le  esperaba. Eventualmente, el elefante dio un sonado barritazo, se dio la vuelta y se marchó.

Peter nunca olvidó a aquel elefante, ni los sucesos de ese día.

Veinte años después, Peter paseaba con su hijo adolescente por el  zoológico de Chicago, conforme se acercaban al encierro de los elefantes, uno de los animales volteó y se acercó lo más que pudo a donde estaban Peter y su hijo Cameron.

El elefante subía su pata derecha, la mostraba y la posaba en el suelo  repetidamente, después soltó un gran barritazo, mirando fijamente a Peter en todo momento. Añorando su encuentro de 1986, Peter no pudo evitar pensar que este era el mismo elefante, entonces se armó de valor, trepó por el barandal, se metió al recinto de los elefantes y caminó directamente hacia él.

El enorme mamífero de nuevo lo miró fijamente, volvió a baritar, envolvió con su inmensa trompa una de las piernas de Peter, lo levantó en el aire e inmediatamente lo azotó contra el barandal, matándolo en el instante.

Probablemente, no era el mismo chingado elefante. El Peter, murio por pendejo, a quien chingados se le ocurre meterse donde un monton de elefantes. Esto es para todos aquellos que me envían esas mamonas historias del corazón, por favor ya no manden mariconadas, esas cuentenselas a sus viejas.
Para mí solo manden fotos y peliculas de viejas bien buenotas.

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